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sábado, 5 de febrero de 2011

La 'sobredosis' de Bótox ya no se lleva


Nicole Kidman ha confesado el uso de Bótox.| AFP
María Sánchez-Monge | Madrid

En Sudamérica es habitual reconocer abiertamente las intervenciones de estética, mientras que lo normal en Europa es esconder los retoques.

Ésa es la razón por la que muchas mujeres piden a sus dermatólogos y médicos estéticos que les apliquen el bótox de forma moderada, para que nadie lo note. Es la mejor manera de alardear de lozanía natural sin miedo a levantar sospechas.

"Mi secreto es una buena alimentación y ejercicio físico diario". ¿Les suena esta frase? Es la respuesta que suelen dar las estrellas de Hollywood cuando se les pregunta cómo se mantienen tan jóvenes.

La cuestión es que algunas de ellas, además de un cuerpo escultural y un aspecto inmejorable, tienen la cara totalmente planchada, sin expresión. Y eso ya no se justifica ni con la dieta ni con el deporte.

La actriz Nicole Kidman ha confirmado recientemente lo que nadie dudaba ya: se ha inyectado el producto antiarrugas en cantidades generosas. Además, se ha unido al cada vez más nutrido grupo de celebridades arrepentidas del uso masivo de la toxina y asegura que no volverá a inyectársela.

Las estrellas de Hollywood parecen dispuestas a renunciar a los cuidados estéticos que transforman completamente su apariencia. Hace unos meses le tocó el turno a la actriz estadounidense Courteney Cox, conocida por interpretar el papel de Monica en la serie 'Friends', quién aseguró que en ocasiones se había excedido con el bótox.

"Una vez me puse demasiado. Me sentía atrapada en mi propia piel. No podía mover la cara", declaró. Sus fans pueden estar tranquilos; ha aprendido la lección:
"En comparación con otras actrices, ya no me pongo demasiado. No tengo ningún problema en usarlo siempre y cuando esté aplicado correctamente".

La moda de las sobredosis parece haber llegado a su fin en tierra estadounidense. ¿Tendremos el privilegio de contemplar a Nicole Kidman en estado puro?

Al fin y al cabo, los efectos del bótox desaparecen con el tiempo cuando se deja de usar. Si sólo hubiese recurrido a la toxina botulínica, veríamos su verdadero rostro.

Pero su transformación ha ido más allá. Elvira Ródenas, diplomada en Medicina Estética y Cirugía Cosmética, no descarta que el rostro de la intérprete australiana también haya pasado por el quirófano. "Se ve perfectamente en sus fotos que se ha hecho muchas cirugías", sentencia.

Las grandes cantidades de bótox que recibió Kidman la llevaron al extremo de no poder mover la frente. La médica aclara dónde está el error: esta sustancia no debe utilizarse para paralizar la cara, sino para atenuar las arrugas.

Por eso, cada vez se tiende más a controlar las dosis. "Ahora todo el mundo quiere lograr un aspecto más natural", afirma.

Ricardo Ruiz, jefe del Servicio de Dermatología de la Clínica Ruber de Madrid, confirma que en Europa se utilizan pautas de administración mucho menos radicales. "La técnica mediterránea se basa en mantener los gestos del paciente. No plancha, sino que proporciona un pequeño efecto lifting", explica.

De esta forma, la toxina botulínica no actúa sobre los músculos paralizándolos, sino relajándolos. "El resultado es una cara más fresca, pero con expresión", asevera el doctor.

El truco del buen uso del producto se encuentra, según la doctora Ródenas, en saber sobre qué músculos hay que actuar y en qué dosis. Para ello, apunta, "se debe estudiar cada cara para determinar cómo puede quedar mejor". Es decir, personalizando la terapia.

A lo anterior hay que añadir los gustos y preferencias de cada persona. Con el fin de ir paso a paso, en la primera consulta se inyectan dosis mínimas.

"Se anota cada punto en el que se administra y en qué cantidad para luego ir rectificando y mejorando en las siguientes sesiones", comenta Elvira Ródenas.

Demanda creciente
Quienes viven del negocio del bótox podrán seguir haciéndolo durante muchos años. Incluso si las estrellas cinematográficas reducen drásticamente su dependencia del producto, todo parece indicar que la demanda global seguirá creciendo.

El mercado español ha permanecido estable o, incluso, se ha expandido a pesar de la crisis. Así lo atestigua Ricardo Ruiz: "El número de personas que se inyecta toxina botulínica ha aumentado en el último año. Junto con el ácido hialurónico, se ha convertido en el eje de la prevención y el tratamiento del envejecimiento facial".

En cuanto al perfil de los usuarios, Pilar Rodrigo, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Estética, indica que "el 70% de los pacientes tiene entre 35 y 64 años. El porcentaje de mujeres es todavía mucho mayor (el 90% del total), aunque cada vez más hombres solicitan este tratamiento".

Lo cierto es que la mala coyuntura económica ha hecho mella en la medicina estética, cuya actividad se ha reducido aproximadamente un 30%.

Aunque Elvira Ródenas coincide en que la aplicación de bótox no es uno de los tratamientos que ha experimentado una mayor bajada, señala que la recesión se ha hecho patente.

Quienes acuden a las consultas han empezado a espaciar las sesiones. Si antes llegaban puntuales a su siguiente cita, ahora se demoran uno o dos meses.

Es la mejor forma que han encontrado para cuidar su bolsillo los que quieren o pueden permitirse una terapia que cuesta una media de 500 euros cada seis meses.
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